Nueva temporada, nueva visita.
Dado que no soy muy amigo de hablar de este parque, pero pude visitarlo recientemente en el evento que se realizó el segundo día de la apertura (con novedades operativas), voy a dejar mi rápida y resumida impresión de todo aquello que pude probar/rememorar/revisitar. Vaya por adelantado que decidí enfocar el día de cara a probar las novedades y muy poquito más, nada de visita intensiva o riddear a saco.
En cuanto a
Street Mission, como la inmensa mayoría de los allí presentes, me llevé una muy grata sorpresa. Me gustó, me pareció correcta y auguro bastante éxito en todo aquél o aquella que pueda, no sin antes comerse una larga y extensa cola de espera, probarla. Dark ride shooter resultona, trackless, con un uso bastante equilibrado de las pantallas, los animatronics y los (pocos) practical effects, una combinación sabia de dinamismo que, sin embargo, cojea quizás en el abuso de los diálogos, el uso mayoritario del español en los idiomas (reduciendo al inglés apenas un par de frases de Cookie Monster) sumado a la ausencia total de subtítulos que ayuden al visitante extranjero (que no es poco) a comprender el embrollo.
Tiene una ambientación bastante agradable, pese a que creo que se ha hablado de que la tematización es buena y, pese a que la hay, debo decir que no me pareció especialmente buena. Sí acertada para la naturaleza del parque que nos ocupa, pero no buena. La tematización buena haría que antes de entrar al hall principal ya supiera que voy a acceder a las oficinas de Coco, mientras que no es hasta que aparecen los archivadores, algunos carteles o las pantallas con 3D cuando el visitante empieza a impregnarse de la temática con pies y cabeza. El paso del aspecto cartoon del edificio exterior a la sobriedad de las paredes en el hall y la estación contrastan demasiado y crean una sensación de desubicación en el visitante difícil de resolver. En una intencionalidad temática es un error imperdonable despistar al visitante en ese sentido.
La carga y la operativa ya se ha hablado mucho de ello y pese a que las respuestas que se han dado son las que hay y no creo que se pueda escarbar más allá, sí que creo que se ha planificado esta ride a largo plazo, descuidando quizás el impacto que pueda generar durante la primera e incluso segunda temporada.
Pero en general: BIEN. Me gustó lo que vi y lo que probé. Me preocupa el mantenimiento que pueda tener (no nos van a engañar a estas alturas del juego, ya sabemos de qué pie cojea el parque) y la evolución que se le vaya a dar en temporadas venideras, pero para ser lo que es, me parece un muy buen añadido.
Probé también
Dino Safari 4D y certifiqué, una temporada más, que incluso la estocada de muerte a la tan querida y añorada Sea Odissey va a ser deficiente y perdurará, dolorosa, por todas las temporadas que quieran estirar el chicle. Desde la mismísima entrada todo, absolutamente todo lo que concierne a la ride, está defectuoso o bajo mínimos. Lo único que salvaría (y apuraría muchísimo), es que la coordinación película/movimientos me pareció, cuanto menos, equilibrada. Pero no nos engañemos: bajo esos techos apenas se esconde ya algún atisbo de lo que este grandísimo simulador fue en su día.
Presencié el espectáculo de la temporada en el
Gran Teatre Imperial y tuve que ver, no sin desagrado, la retahila de incongruencias, números inconexos, desubicación temática y, en general, recortados y pegados extraídos de carpetas de coreógrafo usadas ya antaño. Me sentí como el omnívoro que de repente tontea con la verdura y descubre que poco a poco la carne le aborrece hasta tal punto de ser vegetariano. Si tomamos esta culinaria referencia para calificar el espectáculo de este año, yo diría que a la ensalada verde de este 2019 le añadí apenas una loncha de jamón de pavo.
Por lo demás, si me aventurase a decir algo nuevo que vi o encontré en el parque estoy seguro de que fracasaría. Todo se conserva, sí, todo se mantiene, sí. Pero el hecho de que aguante en pie no certifica la calidad que, en demasía, ha perdido alarmantemente. El parque desprende un aroma ya antiguo, envejece en muchos rincones y adolece de poco mimo, poco esmero y muy poco cuidado en muchos otros. Se echa en falta un ánimo por sorprender, un ánimo por alentar, un ánimo por darle un golpecito en la espalda al visitante que repite y decirle
"¿Lo ves? Todo va bien y a mejor".
Salí del recinto con la sensación de que el parque ya no quiere quererte. No quiere embelesarte. No quiere hechizar. El parque está ahí, sin más. Sin evolucionar, sin crecer. No anima ni siquiera a trabajar elaboradas comparaciones pues volvería a entrar en el loop de todas y cada una de las últimas 5 o 6 temporadas.