La Vanguardia escribió:Grand Tibidabo firma su acta de defunción
La histórica sociedad de cartera aprueba por fin su disolución
A eso de las 16.25 de la tarde, Juan Carlos Quintero, presidente de la junta de accionistas de Grand Tibidabo, pudo pronunciar la frase que quería decir desde más de cuatro horas antes: “La sociedad queda disuelta en este momento”. Sólo unos minutos antes, Josep Lluís Rovira, empresario, expresidente de Pimec y accionista minoritario de Grand Tibidabo, ya se había ido, como tantos otros, enfadadísimo. “Esto es una vergüenza, es impresentable”, le soltó al consejo.
La junta del holding, convocada para las 12 de la mañana, empezó mal, con casi una hora de retraso, en la facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universitat de Barcelona. Al margen del consejo y un par de periodistas, alrededor de 300 accionistas llenaron el salón de actos. Desde el primer momento, el abogado y hasta este lunes consejero Javier Bruna, presentó batalla.
El fin de la empresa
Ni 20 años después de quebrar, la empresa evitó el bochorno de pasar a mejor vida instalada en la bronca
Como en sus mejores tiempos, Bruna lo discutió todo: el quórum para constituir la junta, la publicidad de la misma, la acreditación de la condición de accionista, las alternativas de la sociedad, la forma de contar las votaciones o de asignar el uso de la palabra. El consejo le negó absolutamente todo, anunció impugnaciones y acciones judiciales y acabó siendo destituido. Eso sí, muchos accionistas se pusieron de su parte, aunque unos cuantos demostraron su completa ignorancia en temas mercantiles, como una señora que –hora y media después de iniciarse la reunión– afirmó: “No sé lo que es la disolución, ni el dividendo. ¿Qué quiere decir disolverse? ¿Grand Tibidabo seguirá o no? ¿Qué es eso de que seguiremos siendo accionistas de una cosa (sic) disuelta?”
Arriba, en la tarima, Quintero y Luis Miralbell, el abogado de Grand Tibidabo, se armaban de paciencia. Cuando no contestaban a Bruna o le hacían callar, intentaban explicar lo que estaba sucediendo. A saber, que tenían la obligación legal de disolver la sociedad porque Grand Tibidabo se encontraba en causa legal para ello y, además, no realizaba actividad alguna. No tenía ni capacidad legal ni sentido seguir.
Disolución
No tenía ni capacidad legal ni sentido seguir
Por eso, insistían una y otra vez en que disolverían la sociedad, se constituirían en liquidadores, repartirían el dinero con el que cuenta Grand Tibidabo y tratarían de recuperar todo lo posible con diversas acciones de reintegración que podrían durar años. Eso, en la sala, no se entendía. “Pero nosotros, ¿cuándo cobramos?”, espetó otro accionista, de unos 70 años –más o menos la edad media de los asistentes–, visiblemente enfadado.
La junta aprobó poner punto y final a la historia. Grand Tibidabo tiene 3 millones en caja, algunos pocos inmuebles y la esperanza de recuperar 13 millones de la Agencia Tributaria y 4,3 millones por daños y perjuicios causados por el consejo que presidió Javier de la Rosa y que fue condenado por la descapitalización de la empresa. Se empezará a pagar a los accionistas en un mes.
Conflictos
Grand Tibidabo siempre fue un gran vodevil
Frente a este plan –auspiciado por el consejo y por Complata Iberconsulting, el primer accionista, representado este lunes por Alfredo Sánchez Bella–, Bruna propuso mantener activa la sociedad e ir abonando dividendos en función del dinero recuperado. Cuando ya habían transcurrido tres horas, parte del consejo perdió la paciencia. Miralbell recordó a Bruna, después de que este dijera que nunca había cobrado ni un euro de Grand Tibidabo, que él mismo le había pagado 65.000 euros por sus trabajos para la empresa.
La guerra ya no se detuvo. Quintero, el presidente de la junta, se enfrentó al consejero disidente: “¿Me compra las acciones, señor Bruna? No, pues no me cuente más”. “Llevo desde el sábado sin dormir”, decía el abogado, mientras su hija repartía formularios entre los accionistas. Grand Tibidabo siempre fue un gran vodevil. El último día no podía ser menos. Descanse en paz.